viernes, 22 de febrero de 2013

El cafelito en el Campo Castillo



Hola pitus@s! Resulta que hace unos días me encontraba en la calle dispuesto a hacer mi ronda nocturna y me sentía un tanto espeso, además, como sabéis, últimamente hace un frío de mil demonios, así que pensé que me vendría bien un cafelito en alguna cafetería céntrica. Suelo dejar mi ropa normal, la que llevo con mi identidad secreta , en casa para no ir cargando, tampoco la guardo en algún rincón escondido de la ciudad para que no me la roben o encontrármela húmeda a la vuelta, así que me dije: ¡Qué diablos! Voy con mi uniforme de superhéroe que no creo que pase nada, total, seguramente a esas horas estará sólo el camarero o habrá poca gente y además, qué me va a suceder, si soy yo el héroe de aquí ¡Qué diantres! Incluso hasta he visto un display publicitario con mi figura en algún pub…  El caso es que entré en una del Campo Castillo más pancho que una perdiz con ligas, cuando me percaté que estaba repleta de tíos malotes y cachas que al verme empezaron a cuchichear entre sí más que la Lorena de Gran Hermano14. Bueno, yo a lo mío, me apoyé en la barra y pedí con estas palabras: - "Un cortadito bien caliente" Al ratito, el camarero, huraño, me trajo un brebaje que nada más darle un trago escupí instintivamente en su cara y lo dejé con más pecas que la Pipi Calzaslargas con sarampión. Todos los que allí se encontraban empezaron a mirarme con más mala uva que la Cospedal en una entrevista del Wyoming mientras yo le increpaba qué era lo que me había servido… -“Un carajillo de aguardiente, ouh, lo que usted pidió” Me contestó limpiándose nervioso. ¿Alcohol a mí? Que me cuido más que la modista de Paris Hilton. -“¡Un cortadito bien caliente!” Le repetí, a lo que mosqueado uno de al lado me respondió: -“Bien caliente te vamos a dejar nosotros, fantasma…”  ¡Huy! En ese momento comenzaron a insultarme los de las mesas mientras que otros con pinta de heavys agarraron los palos del billar y andando con malas intenciones se acercaban a mí. Acoplé rápidamente mi sacho y con él en ristre. le arreé un piñazo con toda mi alma a uno de ellos en los dientes que le saltaron como confeti… La que se armó, chavales, me llovió de todo, vasos, tazas, ceniceros… Supe lo que era sentirse Daredevil en un bareto de esos de la Cocina del Infierno. Yo atizaba a diestro y siniestro mientras, el camarero gritaba como un descosido. Al final, tuve que largarme por patas porque llegaba la policía y aún tendría que pelearme también con ellos. Acabé en casa poniéndome vendas, tiritas y réflex hasta en las pestañas ¿No me creéis? Si hasta salió en el periódico. Qué dura e incomprendida es la vida de superhéroe, caramba.

miércoles, 20 de febrero de 2013

Monos



Pandilla, me estoy haciendo viejo; no hablo ya como superhéroe, porque en ese aspecto me siento más despierto que el hijo del Freddy Kruger. Más bien lo digo por programas de televisión que veo;  en ellos parece mostrarse una parte de la sociedad que me hace sentir como un auténtico marciano. Programas que frivolizan el amor, las relaciones y el ligoteo  hasta llegar a lo absurdo, en las que los jóvenes y últimamente no tan jóvenes, se ven tan superficiales que ciertamente me parecen patéticos. Los veo  vacíos, con un afán de protagonismo tan grande que se saltan todos los valores habidos y por haber. No importa el talento, la cultura, la lealtad y la honradez… Se destaca por ser un canalla, un guaperas, un montón de músculos sin cerebro. Mira que les hacen preguntas, casi todas referidas al sexo o al físico. Ninguna referida a la literatura o el arte. Son como monos de feria, dispuestos a todo con tal de salir en pantalla. Ahora me preguntareis que por qué veo esos programas. No lo contestaré porque no quiero dar pistas sobre mi identidad secreta. Simplemente, siento que nos aborregamos más día a día con la caja tonta ¿Qué creéis vosotros?

Cómic Carlos Giménez

Ayer antes de acostarme leí este cómic del genial Carlos Giménez, uno de mis preferidos desde siempre y no puedo hacer menos que escanearlo y publicarlo. Es del 92, más de veinte años y seguro que todo sigue igual o peor.

lunes, 11 de febrero de 2013

Ataque viperino



En mis entrenamientos de Karate aprendí lo que es una yoko geri. La yoko geri o patada lateral es una acción que bien realizada es muy efectiva y tremendamente poderosa. Al preguntarle al maestro cómo se podía parar este golpe me contestó que con tal potencia era  imparable, lo mejor era defenderse con cualquier otra maniobra. Lo mismo sucede con algunas personas, me refiero a aquellas que nos atacan con comentarios mezquinos  o sueltan llenos de infamia, auténticas falsedades de sus enemigos, los que critican con ruindad perversa y que sus manos escriben con serpientes las ideas más retorcidas para hundir al adversario. En eso prefiero la yoko geri porque es una patada directa al contrincante, un golpe más noble que  los que sueltan ese odio de manera sibilina. Lo mejor, como dije antes, es esquivarlo. Apartarse de su trayectoria y que, con espacio y tiempo, nos situemos en una posición más privilegiada para asestar nuestro contraataque. Los que atacan con veneno suelen olvidarse de que sus propias serpientes pueden morderles y llegar a emponzoñarles aún más, si cabe, su podrido corazón.

domingo, 10 de febrero de 2013

Joyitas




Amigos, fijaos qué “joyitas” he comprado hoy por la mañana temprano en un mercadillo. Como fan que soy de “El Capitán Trueno” esto para mí es un pequeño tesoro; tienen cerca de medio siglo y aunque están un tanto gastados se siguen conservando. Ya me los he leído. Eché en falta que no estuvieran dibujados por el genial Ambrós o Ángel Pardo, pero a cambio, he disfrutado del estilazo de Fuentesmán. En fin, que la felicidad está hecha de pequeñas cosas como éstas.